HAPPY PILLS PROJECT
M 4 Domingo Ojeda + Gloria Dueñas
PHASE 1
Team:
Mireia Roda, Marion Donneweg, Merche Alcalá.
Colaborator: Jorge Virgós.
PHASE 2
Team:
Mireia Roda, Eva Conesa.
Imagine a tiny retail space, sandwiched between two buildings in a rather narrow street of Barcelona‘s gothic quarters. Now imagine someone having the “brilliant” idea of setting up a candy store right there. Have we mentioned that there are no schools or highs schools in the area? And that plenty of other business are already selling candies and sweets near by?
So lets recap: a microscopic retail space, a candy store, established competition, no kids and hordes of tourists.
It seemed clear to us that we had to take a few steps back. Designing a very cool traditional candy store wouldn’t be enough.
For starters we needed to target adults not kids and that alone got us excited. But how could we get them excited about candy?
I think we can all agree that sweets have the power to –even if only for a fleeting moment –improve your mood. If that is true candies are nothing but small bites of happiness. And adults can use a lot of that in the world we live in.
So now we had a strategy. And we had a target. And we had an awesome name: Happy Pills.
From there, the rest was “simple”.
Sometimes the opportunity to disrupt a category lies in the challenges it presents. If this project had been any easier we probably wouldn’t have succeeded the way we did.
Imagina un local comercial minúsculo, enclaustrado entre dos edificios, en una de las estrechísimas calles del barrio Gótico de Barcelona. Ahora imagina a alguien teniendo la “genial” idea de empezar un negocio de golosinas en ese preciso lugar. No sé si hemos mencionado que en esa zona no hay rastro de colegio alguno y que lo que si hay, y en gran cantidad, son otras tiendas vendiendo chuches y caramelos.
Así que resumiendo tenemos: un local comercial microscópico, un negocio de golosinas, competencia en cada esquina, ni un niño a la vista y turistas hasta debajo de las piedras.
Desde el principio nos pareció que diseñar una tienda de golosinas al uso no iba a ser suficiente. Nuestro trabajo tenía que comenzar mucho antes.
Para empezar teníamos que enfocarnos en adultos y no en niños, y ya sólo eso nos parecía un reto interesante.
Creo que todos podemos estar de acuerdo en que los dulces en general tienen la capacidad, aunque sólo sea momentáneamente, de mejorar nuestro estado de ánimo. Si eso es verdad, los dulces no son otra cosa que pequeños bocados de felicidad. Y así cómo está el mundo eso es algo que a los adultos no nos viene nada mal.
Así que resumiendo otra vez, tenemos: Una estrategia clara, un target muy definido y cómo no un nombre espectacular: Happy Pills.
A partir de ahí, todo lo demás fue muy “fácil”.
En ocasiones la oportunidad de cambiar una categoría de arriba abajo se esconde en la dificultad que entraña el reto mismo. Si este proyecto hubiera sido un poco más sencillo, un poco más ortodoxo, es muy probable que no hubiéramos tenido el éxito que tuvimos.